Mujer y varón. Somos parte de un todo, iguales, pero diferentes.

Mujer y varón. Como el Yin Yang somos la existencia de dos fuerzas opuestas pero complementarias que son esenciales en el universo.

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Simplemente… complementarios.

El yin, asociado a lo femenino, la oscuridad, la pasividad y la tierra; y el yang, vinculado a lo masculino, la luz, lo activo y el cielo.

Pero yendo a lo concreto es que somos diferentes desde la fecundación. Ya que la presencia del cromosoma “Y”, que determina el sexo masculino, ya define las primeras diferencias en el cerebro, en base la química neuro-humoral. A las ocho semanas de gestación el feto y su diminuto testículo comienzan a producir suficiente testosterona para revestir todo el cerebro y diseñar su estructura.

El cerebro femenino está diseñado en base a la progesterona, estrógenos y oxitocina. A la influencia de las hormonas se le agrega el contexto socio-cultural hombre/mujer que activarán así diferentes vías neuro-hormonales, que seguirán modificando el cerebro en su desarrollo.

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En lo que respecta al cerebro, tanto femenino como masculino, tienen circuitos similares, pero se usan de modo diferente para resolver problemas. Y la conexión del sistema nervioso al sistema músculo-esquelético también difiere. Más marcadamente en la musculatura del rostro. La testosterona otorga agresividad y los estrógenos actitud protectora maternal.

Las mujeres poseen mayor cantidad de neuronas en el centro del oído y el lenguaje; la expresión y observación de emociones. Los cerebros derecho e izquierdo tienen mayor cantidad de interconexiones y esto le da a las mujeres mayor velocidad en la toma de decisiones, cargada de emociones: estar en alerta, decidir rápido y proteger a su descendencia.

En cambio la testosterona a los hombres los torna agresivos, competitivos y pragmáticos, y en su cerebro ocupa dos veces y medio más espacio el impulso sexual. Su cerebro les da la capacidad para escalar rápido a la violencia, necesaria para la caza y defensa de su especie en la prehistoria.

No hay uno mejor que otros, somos diferentes, complementarios. Luego socialmente somos diferentes también.

¿Y cómo era antes?

Antiguamente se vinculaba la mujer al trabajo de la casa, los hijos. Tareas educativas y domésticas en la célula social: la familia. Con el paso de los años, al incursionar la mujer, en el trabajo fuera de la casa, se le sumaron, multiplicaron y potenciaron las tareas.

Se agregó la carga horaria, estrés y exigencias socio-laborales sin sacarle ni una sola tarea y responsabilidad ya adquirida. Resultado matemático: trabajo casa + trabajo sociedad, elevado a la enésima potencia de auto-exigencia: multitasking. Todo esto resulta en enfermedad.

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Es un tema complejo, de causa y resolución multifactorial. No tiene una sola salida, sino varios caminos que uno puede tomar.

Primera pauta: darnos cuenta de lo qué nos pasa, como hombres, mujeres, familia y sociedad. Ubicarnos en el mapa. Identificarnos y así poder optar por vivir una vida plena, de derechos y obligaciones.

En Simple&Real te queremos contar lo que vamos aprendiendo para lograr tus objetivos sin enfermar. Te guiamos para que mejores todo lo que esté a tu alcance: alimentación, actividad física, conectarte a vos mismo. Te invitamos a nuestros programas de cambio de hábitos, para vos, tu pareja, tus hijos, tu comunidad. SOMOS PARTES DE UN TODO.


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